Don Ramón y el loro
En la casa de la familia Pérez tenían un loro al que los hijos del matrimonio de Don Ramón y Doña Katita le habían enseñado a hablar. Su vocabulario era de muchas palabras, lo suficiente como para amargarle la vida a Don Ramón. En la mañana lo sacaban al jardín de la casa y lo colgaban de una rama gruesa de un árbol. Don Ramón se ponía a recoger las hojas secas que caían. El loro que se llamaba Paquito no dejaba de decirle "Apúrate, Ramón, recoge rápido las hojas, sino no te voy a dar almuerzo". Al rato le volvia a decir "¿todavía no las recoges? Eres un flojo, un bueno para nada." le decía imitando la voz de Doña Katita a la perfeccion. Don Ramón se enojaba mucho y lo cogía a trapazos al loro. El loro se reía y llamaba a Doña Katita: "Katita, Katita, ven, el viejito me quiere matar". Doña Katita venía y se enojaba con Don Ramón: ¿por qué le pegas con el trapo al pobre Paquito? Mira, el pobre pajarito se cubre su cabecita con sus alas. "Eres muy, per