MI REFUGIO, MI MESA
Cuando era pequeña mi madre cogía un chicote y ponía orden con él , dándole duro a sus hijos que éramos siete, yo le tenía un miedo horrible porque si te caía un chicotazo era marca segura y el dolor por varios días, sus lugares eran traseros y piernas . Yo la veía coger el chicote y para mí era el momento de buscar refugio, mi escondite era bajo la mesa y allí, aferrada a una de sus patas esperaba que se calmara la tempestad .
Pasaron los años, y ya una mujer adulta, he sentido el impulso de esconderme bajo la mesa y aferrarme a una de sus patas y buscar su protección, pensé que esos tiempos ya habían pasado, pero no es así, de una u otra forma todos quieren un trozo de mí, y como entonces, tengo miedo, mucho miedo y no tengo nada que reemplace a mi mesa , pero y soy fuerte y hasta el fin de mis días pelearé, y ya no más dejaré que me hagan daño, ya no dejaré que me asusten con el chicote ¡nadie! y volveré a reír, quizá algún día vuelva a reír y la mesa desaparecerá para siempre y solo será un triste recuerdo.
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