La muerte de un payaso
Aquella mañana la gente del circo noto la ausencia de Rulito, el payaso que siempre era el primero en salir de su carpa. Ese día no fue así, Don Roque , el domado, fue a verlo y lo encontró en su cama y le preguntó ¿por qué estás aún en tu cama? ¿no te sientes bien? "Sí", le respondió Rulito: "me siento fatal, don Roque". Don Roque respondió: "voy en búsqueda del señor Saldivar, el sueño del circo, el verá lo que tienes que hacer". Don Roque fue y regresó con el dueño, Rulito le explicó como se sentía. El dueño llamó al médico, el lo revisó y dijo: "es el corazón". Cuando el doctor se marchó, el señor Saldivar le dijo a Rulito: "para ti se acabó lo que haz hecho hasta ahora, te buscaré un trabajo de acuerdo a tu salud. Rulito le dijo: "no, no, seguiré trabajando igual que siempre en lo que sé hacer: hacer reír a la gente por lo que me quede de vida. Esa es mi decisión y le ruego que la respete".
Rulito siguió cantando, bailando y tocando el violín con la cabeza inclinada hacia el piso. Esa era su manera de dar las gracias a su público que lo aplaudía frenéticamente. esta vez no fue distitno, Rulito terminó su acuación, se arrodilló y agradeció. Los aplausos del público en su rostro, pintando una sorisa feliz, cerraron las cortinas y Rulito no se lenvató, siguió arrodillado, lo fueron a ver y Rulito había hecho su última presentación.
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